Un familiar a quien toda mi vida he admirado a nivel profesional y
académico me preguntó con asombro: ¿Qué vas a hacer tú a otro país? ¿Prefieres
llevar “trancazos” en otro país que en el tuyo? Mis respuestas fueron tajantes:
trabajar y estudiar, y sí, prefiero irme y vivir tranquilo que quedarme y sobrevivir
en una constante zozobra.
No quisiera caer en la diatriba responsabilizando de la situación
que atraviesa mi país, únicamente a su actual gobierno pues en los últimos
meses, cuando decidí emigrar, puse en perspectiva los hechos y comprendí mejor la
triste realidad que nos aqueja.
Que niños de mi país jueguen a ser "malandros" o "pranes", que un elevado número de nuestros jóvenes escojan el camino de la delincuencia, que gran parte de los adultos no se
preocupen por inculcar valores a sus hijos, todo esto no lo ha causado el
gobierno.
Que en nuestras calles impere el desorden, la anarquía y la
agresividad, eso no surgió por el gobierno tenemos.
Que en nuestros barrios y urbanizaciones no se respeten las normas
de convivencia, eso tampoco es culpa del gobierno.
Es responsabilidad de cada venezolano que ha decidido comportarse
de esa determinada forma.
Claro está, no podemos olvidar el discurso violento de las autoridades del país. Esta violencia política fue
produciendo una polarización atroz que distanció familias y amistades y que
generó una patente de corso para los que, amparados por el discurso oficial,
agreden a los que piensan distinto.
Ahora bien, frente a esta realidad ¿qué ha hecho el gobierno?
Torre Confinanzas: La invasión más alta del mundo. |
En mi proceso de reflexión sobre irme o quedarme consideré las
oportunidades para progresar que hay para jóvenes profesionales en mi país. Quiero
compartir contigo una anécdota que me contó mi madre: Una amiga suya se graduó
con mérito académico en la misma universidad donde yo estudié y en la que me
gradué también con mérito académico. Aquella amiga se graduó hace veinte años,
yo me gradué hace pocos meses. A aquella amiga le ofrecieron de inmediato un
cargo en una importante institución pública en virtud de haberse graduado con mérito -cargo que ocupa actualmente; a mí
me ofrecieron: nada. Tampoco es que esperara que lo hicieran ya que nunca he sido de los que esperan que les
caigan las cosas del cielo, nunca he sido conformista y siempre lucho por lo
que quiero, así soy, entonces comencé a buscar mis oportunidades.
Intenté postularme a un organismo público donde trabaja un colega pero
me advirtió que en la entrevista me iban a interrogar sobre mis preferencias
políticas y que investigarían si era o no opositor. Seguí buscando.
Me llegó una oferta para un importante cargo en una empresa privada
en donde me pagarían “muy bien” pero misteriosamente nadie había aceptado el
trabajo pues había que enfrentarse a un sindicato revolucionario que era de
armas tomar, literalmente. En otras palabras, el cargo implicaba arriesgar
mi integridad física sino cedía a las exigencias de una determinada agrupación
de trabajadores. Seguí buscando.
Y así muchas otras anécdotas. Las oportunidades no pintaban nada
bien. Entonces deje de buscar y comencé a construir mis propias oportunidades:
Trabajar de forma independiente y así hice. Con clientes aquí y allá, logré
subsistir varios meses, claro, sin el apoyo de mi familia no hubiera sido
posible. Se trataba de echar hacia adelante en un país que va hacia atrás. Busqué
y no tuve suerte; construí mi propia oportunidad y no vislumbré un futuro
alentador, entonces ¿qué crees? decidí emigrar.
Espero que este post haya sido de tu agrado, si es así compártelo
en tus redes sociales. Tu opinión y tus aportes son muy importantes para mí. Nos
leemos luego.
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