Quejarse de Caracas es perder el tiempo. Para los que somos del
resto del país, ir a Caracas es sinónimo de tragedia. Es saber que te vas a
encontrar con mucho tráfico sea la hora que sea; ir a Caracas es no saber si
llegarás a tiempo. Es un castigo socialista.
Cuando era niño soñaba con vivir en Caracas. Luego crecí de la mano
de un sistema de gobierno que todo lo complica y que ha creado la mayor
burocracia de nuestra historia y con ello ha acrecentado la centralización
institucional. Aquel sueño se convirtió en una lejana pesadilla.